Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos brinda la oportunidad de reflexionar
sobre los avances y los desafíos persistentes en la búsqueda de la igualdad de género.
En este contexto, el liderazgo femenino no solo es fundamental, sino que también
representa un motor de cambio y desarrollo que impulsa a las sociedades a ser más
equitativas e inclusivas. Desde mi experiencia personal, en una posición de alta
responsabilidad, he podido constatar que las perspectivas femeninas en posiciones de
liderazgo no solo desafían estructuras tradicionales, sino que también aportan soluciones
innovadoras a problemas complejos. Estas soluciones se centran no solo en los
resultados, sino también en el proceso y en el bienestar integral de las personas y los
equipos.
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